miércoles, 29 de julio de 2009

El levantamiento de los boxers

Levantamiento de los bóxers
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Levantamiento de los bóxers
Soldados bóxers, fotografía de 1900
Fecha
2 de noviembre de 18997 de septiembre de 1901
Lugar
China
Resultado
victoria de la Alianza de las ocho naciones
Casus belli
Tratados desiguales, descontento ante las continuas invasiones occidentales y japonoesa en la China de la débil Dinastía Qing
Beligerantes
Alianza de las ocho naciones (ordenadas por contribución):
Japón Rusia Reino Unido Francia Estados Unidos Alemania Italia Imperio Austrohúngaro
Sociedad de la justicia y la concordia Imperio Qing
Comandantes
Sir Edward Seymour Alfred Graf von Waldersee
Ci Xi Yuan Shikai
Fuerzas en combate
49.255 total
50.000 – 100.000 boxers70.000 tropas imperiales
Bajas
2.500 soldados526 extranjerosVarios millares de chinos cristianos
Todos los boxers20.000 tropas imperiales
Civiles +18.952
El Levantamiento de los bóxers (義和團之亂 o 義和團匪亂), conocido en China como el «Levantamiento Yihétuán» (chino tradicional: 義和團起義, chino simplificado: 义和团起义, pinyin: Yìhétuán Qǐyì, ‘los puños rectos y armoniosos’), fue un movimiento contra la influencia comercial, política, religiosa y tecnológica foránea en China durante los últimos años del siglo XIX, desde noviembre de 1899 hasta el 7 de septiembre de 1901. Para agosto de 1900, cerca de 230 extranjeros, miles de chinos cristianos, un número desconocido (entre 50 000 y 100 000) de rebeldes, sus simpatizantes y otros chinos habían muerto en la revuelta y su represión.
Contenido[ocultar]
1 Antecedentes
1.1 Guerras y tratados desiguales
1.2 Movimiento antioccidental
2 La rebelión
3 Operaciones de la Alianza
4 Consecuencias
5 Controversia en la China actual
6 Los bóxers en la ficción
7 Véase también
8 Bibliografía
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Antecedentes [editar]

Guerras y tratados desiguales [editar]
En 1840 estalló la Primera Guerra del Opio entre Gran Bretaña y China. Ésta y la Segunda Guerra del Opio fueron libradas debido a las disputas sobre el comercio del opio en China, cuyo gobierno trataba de prohibir. Los británicos no pensaban renunciar al negocio de la droga, que era cultivada en grandes extensiones en la India y exportada más tarde a todo el sureste asiático. Tras la fácil derrota del ejército chino, los británicos obligaron al gobierno imperial a cederles la isla de Hong Kong a perpetuidad (a la que más tarde se agregaron la península e islas adyacentes), permitir las importaciones de opio y abrir una serie de puertos al comercio extranjero.
En esa misma época, los franceses, rusos y japoneses comenzaron a aumentar su influencia sobre China. Debido a su inferioridad económica y militar, la dinastía Qing fue obligada a firmar numerosos acuerdos que serían conocidos como los «Tratados Desiguales». Dentro de éstos se incluyen el Tratado de Nanjing (1842), el Tratado de Aigun (1858), el Tratado de Tianjin (1858), la Convención de Pekín (1860), el Tratado de Shimonoseki (1895) y la segunda Convención de Pekín (1898).
China volvió a perder otra gran guerra, esta vez contra Japón, en 1895. El enfrentamiento, particularmente violento, se saldó con la pérdida de Corea, las islas Pescadores y Taiwán, además del pago de fuertes indemnizaciones y concesiones comerciales a los vencedores. Todo esto se tradujo en una importante crisis económica en todo el país.

Panfleto antioccidental impreso en 1899, durante la rebelión de los bóxers.

Movimiento antioccidental [editar]
Desde el occidente al oriente, los tratados fueron considerados fuertemente injustos por muchos chinos, creciendo su odio hacia los foráneos, así como su desaprobación hacia el gobierno imperial, cuyo prestigio había quedado en entredicho con las derrotas militares ante Gran Bretaña y el Japón.
Tales fracasos, unidos a la pérdida de ingentes cantidades de territorio sin apenas discusión (Hong Kong, Taiwán, Corea, la región del Amur, la isla de Sajalín, partes de Mongolia exterior y Asia Central, etc.) causaron una fuerte conmoción en el pueblo, hasta entonces inmerso en la idea ficticia de una superioridad absoluta del Estado chino frente a unos “bárbaros” extranjeros a los que se despreciaba. Pronto comenzaron a cundir los rumores sobre crímenes realizados impunemente por los extranjeros, ante los que el sumiso emperador prefería hacer la vista gorda.
La masiva llegada de misioneros occidentales tras la derrota china también causó fricciones con la Iglesia católica. En Guizhou, las autoridades locales manifestaron su desconcierto ante la visión de un cardenal católico que era transportado en una litera con la decoración propia de un gobernador regional. Todas estas desconfianzas desembocaron en numerosos brotes de desobediencia civil en gran parte del país a finales del siglo XIX, registrándose agresiones contra extranjeros y chinos convertidos al cristianismo.
El levantamiento popular fue impulsado por un grupo conocido como los Yihetuan o ‘puños rectos y armoniosos’ (義和拳, llamados bóxers -‘boxeadores’- por los ingleses, en referencia al ritual de artes marciales que practicaban porque según ellos les hacía inmunes a las armas), un grupo que se opuso inicialmente a la dinastía manchú de los Qing pero más tarde se reconcilió con ella y se concentró en el norte del país, donde las potencias europeas habían comenzado a exigir concesiones territoriales, ferroviarias y mineras. En noviembre de 1897, el Imperio Alemán respondió a la muerte de dos misioneros en la provincia de Shandong apoderándose del puerto de Qingdao. Al mes siguiente, una escuadra rusa tomó posesión de Lüshun, en el sur de Liaoning. Gran Bretaña y Francia les siguieron, tomando posesión de Weihai y Zhanjiang, respectivamente.

La rebelión [editar]
Los bóxers empezaron a incrementar su actividad en Shandong en marzo de 1898. El detonante de la rebelión ocurrió en una pequeña aldea de la provincia, donde unos misioneros demandaban la entrega de un templo local que según ellos era una antigua iglesia católica confiscada por el emperador Kangxi (16611722), en fuerte oposición a los lugareños. Las autoridades locales mediaron en el conflicto, fallando a favor de los misioneros y entregándoles el control del edificio. Como respuesta, los campesinos se sublevaron y atacaron la reconstituida iglesia bajo el mando de los bóxers.

Guerrero bóxer en 1900.
La extensión de la rebelión coincidió con la llamada Reforma de los cien días (del 11 de junio al 21 de septiembre de 1898), impulsada por el emperador Guangxu con el fin de modernizar la administración, cosa a la que se oponía fuertemente su tía, la emperatriz Cixi. Tras una primera derrota de los bóxers a manos del ejército chino en el mes de octubre, los rebeldes acataron la autoridad imperial o, con mayor exactitud, la de Cixi, que decidió usarlos como medio para destruir toda influencia extranjera en China. Así, el gobierno chino, fuertemente controlado por la emperatriz, dictó varias leyes en favor de los bóxers a partir de enero de 1900, mientras que éstos concentraron sus ataques contra los misioneros y conversos al Cristianismo. Las crecientes protestas de los gobiernos occidentales fueron desoídas.
En junio de ese año, los bóxers (a los que se habían sumado soldados imperiales) atacaron destacamentos de occidentales en Tianjin y Pekín. Las embajadas extranjeras en la capital, a las que habían huido sus ciudadanos residentes en Pekín, se convirtieron pronto en objetivo de los bóxers, aunque la mayoría de las delegaciones se encontraban bien protegidas por sus propias murallas y la cercanía a la Ciudad Prohibida, donde, paradójicamente, habían sido construidas por orden del emperador con el fin de tenerlas bajo vigilancia permanente. Las delegaciones de Gran Bretaña, Francia, los Países Bajos, Estados Unidos, Rusia y el Japón de hecho compartían el mismo complejo defensivo, y a sólo unas calles de distancia se encontraban las de Bélgica y España, desde donde llegaron sus representantes para ponerse a salvo.
No pudo hacer lo mismo la delegación alemana, de constitución más reciente y por ello situada en el otro extremo de la ciudad. El día 20 fue asaltada finalmente por los bóxers, quienes capturaron y ejecutaron al embajador alemán, Barón Klemens von Ketteler. A resultas de ello, las potencias extranjeras declararon la guerra a China, cuyo gobierno respondió proclamando las hostilidades contra ellas. Hasta la llegada de las fuerzas militares enviadas en su ayuda, el propio personal diplomático debió defenderse del asedio de los bóxers solamente con armas menores y un viejo cañón al que se apodó como el «Arma Internacional» debido a que el cilindro era británico, el soporte italiano, los proyectiles rusos y los artilleros a cargo estadounidenses. Dirigieron la defensa el ministro británico para China, Claude Maxwell MacDonald, y el coronel japonés Shiba Goro.
El enfrentamiento fue ampliamente seguido por la prensa internacional, que describió toda clase de barbaridades cometidas contra los extranjeros residentes en China, muchas de ellas enormemente exageradas. Esto provocó un amplio sentimiento antichino en América del Norte, Europa y el Japón. No obstante, los principales afectados fueron los cristianos chinos (de los que la prensa no se ocupó), que sin poder huir a ninguna parte fueron objeto de violaciones, torturas y asesinatos.
A pesar de sus esfuerzos, los bóxers no lograron superar las defensas del recinto. En agosto, el asedio de las embajadas era levantado por las tropas enviadas por la llamada Alianza de las Ocho Naciones suscrita por los gobiernos de Alemania, Austria-Hungría, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Reino Unido y Rusia.

Operaciones de la Alianza [editar]

Representación de las tropas de la Alianza de las Ocho Naciones según una impresión japonesa de 1900. Los soldados, que aparecen con los uniformes e insignias navales, corresponden (de izquierda a derecha) a las marinas de Italia, Estados Unidos, Francia, Austria-Hungría, Japón, Alemania, Rusia y Gran Bretaña.
El ejército de rescate de los aliados se componía de unos 54.000 hombres a las órdenes del general británico Alfred Gaselee, de los cuales unos 5.000 eran chinos contrarios a los bóxers, 20.840 japoneses, 13.150 rusos, 12.020 británicos, 3.520 franceses, 3.420 estadounidenses, 900 alemanes, 80 italianos y 75 austro-húngaros. En julio desembarcaron cerca de Tianjin y pusieron sitio a la ciudad, que cayó el día 14. También capturaron los fuertes de Taku, situados en el estuario del río Hai He, y cuatro destructores chinos, labor en la que se destacó el barón Roger Keyes.
Tras asegurar la zona, el ejército de Gaselee partió hacia Pekín (a 120 km de distancia) el 4 de agosto. La marcha fue sorprendentemente fácil a pesar de que en el recorrido se encontraban estacionados unos 70.000 soldados imperiales y un número aproximado de rebeldes armados, que prefirieron evitar los enfrentamientos directos. Sólo se produjo un combate de cierta importancia en Yangcun, a unos 30 km de Tianjin.
No obstante, el avance de las tropas extranjeras tuvo que ralentizarse debido al mal tiempo, extremadamente húmedo y con temperaturas de hasta 43°C. El ejército entró finalmente en Pekín el 14 de agosto, donde levantó el asedio a las embajadas y posteriormente procedió a desplegarse por la ciudad con el fin de ocuparla, registrándose numerosos combates callejeros. La familia imperial y su corte abandonaron entonces la Ciudad Prohibida y se refugiaron en Xi'an.

Tropas aliadas en la Ciudad Prohibida.
Tras la ocupación, las tropas extranjeras se entregaron al saqueo, la destrucción, los asesinatos sumarios y las violaciones. La propia Ciudad Prohibida y otras dependencias imperiales fueron saqueadas, llegando a sacrificarse los animales de los Jardines Imperiales para servir de alimento a los soldados (lo que significó entre otras cosas, la extinción del ciervo del Padre David en China). La población fue fuertemente reprimida para evitar que se levantase nuevamente contra los extranjeros a pesar de la destrucción y robo de sus propiedades. El trato más duro provino de los 900 soldados alemanes, a los que el propio Káiser Guillermo II había exhortado el 27 de julio a «hacer que la palabra “alemán” sea recordada en China durante mil años, de manera que ningún chino vuelva a atreverse siquiera a mirar mal a un alemán», dentro de un discurso en el que invocaba la memoria de los antiguos hunos (razón por la que los británicos se referirían a los soldados alemanes como «hunos» durante la I Guerra Mundial). En octubre, las tropas rusas estacionadas en la región del Amur cruzaron la frontera e invadieron Manchuria, donde también actuaron con violencia contra la población civil.
Las hostilidades terminaron finalmente el 7 de septiembre de 1901, cuando la dinastía Qing accedió a firmar el Tratado de Xinchou o «Protocolo Bóxer», un nuevo tratado desigual con los gobiernos de Alemania, Austria-Hungría, Bélgica, Francia, Estados Unidos, España, Gran Bretaña, Italia, Japón, Países Bajos y Rusia.

Consecuencias [editar]
El tratado de paz establecía el compromiso del gobierno chino de ejecutar a 10 oficiales implicados en la revuelta, pagar 333 millones de dólares a los vencedores en concepto de reparaciones de guerra a lo largo de 40 años, conceder aún más ventajas comerciales a los extranjeros y permitir el estacionamiento de tropas por parte de éstos entre Pekín y el Mar Amarillo, con el fin de garantizar la seguridad de las embajadas extranjeras en la capital.

Barcos rusos hundidos en Port Arthur (1905).
China no perdió nuevos territorios en esta ocasión debido en gran parte a que los vencedores no terminaron de ponerse de acuerdo sobre los límites de sus zonas de influencia y/o anexión en el futuro. En los años siguientes, la alianza se disolvió y cada uno de sus antiguos integrantes intentó imponer su propio plan para China. Las disputas entre Rusia y Japón en torno al dominio de Manchuria y Corea llevaron finalmente a la Guerra Ruso-Japonesa de 1905, en la que se impusieron los nipones. Con esta victoria, Japón aumentó aún más el prestigio internacional conseguido en las guerras contra China y afianzó su posición como potencia hegemónica en el área, en detrimento de Rusia. Con el fin de contrarrestar el ascenso japonés, Estados Unidos y Gran Bretaña decidieron más tarde reducir el castigo impuesto a China, invirtiendo gran parte de las indemnizaciones de guerra en la concesión de becas a ciudadanos chinos y en la construcción de universidades, como la de Tsinghua. Los pagos se reducirían o cancelarían definitivamente a lo largo de la década de los 30, antes de lo previsto.
Por su parte, la dinastía Qing quedó desacreditada una vez más a ojos de la opinión pública, aumentando los apoyos al establecimiento de una república. Cixi trató de frenar esto abandonando la política conservadora que había defendido hasta entonces y realizando múltiples reformas en sus últimos años, llegando a prometer el establecimiento de un nuevo régimen constitucional en 1916. Su muerte en 1908 truncó estos planes, y finalmente China se convertiría en una república tras la revolución de 1911.
Como conmemoración de su participación en esta expedición, los soldados del 9º Cuerpo de Infantería de Estados Unidos fueron apodados «manchúes» y añadieron la figura de un dragón imperial a su uniforme.

Controversia en la China actual [editar]
Existe cierta controversia en la China actual acerca de lo que fueron y significaron los disturbios de 1898–1901. Mientras que algunas fuentes la consideran una «rebelión» o «desorden» (亂, mandarín luan), términos que poseen un sentido negativo en la lengua china, otros consideran que fue un movimiento patriótico en contra de las continuas ofensas extranjeras, por lo que prefieren el término «levantamiento» (起義, qiyi), de carácter más positivo. El actual gobierno comunista de la República Popular China se decanta por esta última opción y considera los sucesos como producto de un «movimiento patriótico». En enero de 2006, el suplemento semanal Freezing Point, perteneciente al periódico China Youth Daily, fue clausurado por incluir un ensayo de Yuan Weishi (profesor de Historia de la Universidad de Zhongshan) en el que se criticaba el tratamiento que se daba en las escuelas chinas a la rebelión bóxer y las relaciones entre China y los poderes extranjeros en general durante el siglo XIX.
Debido a esta idea impuesta desde el gobierno, son cada vez menos los ciudadanos chinos que consideran este episodio como una rebelión.

Los bóxers en la ficción [editar]
La rebelión de los bóxers ha sido llevada en dos ocasiones al cine. La primera fue en la película 55 días en Pekín (1963), realizada desde el punto de vista occidental por el director Nicholas Ray y protagonizada por Charlton Heston y Ava Gardner, entre otros. En el segundo film, Pa kuo lien chun (1975), del hongkonés Chang Cheh, se toma a los propios bóxers como protagonistas.
El levantamiento sirve así mismo de marco o referencia a producciones de diferentes medios, entre los que se incluyen los siguientes:
El primer capítulo del libro Mi siglo del escritor alemán Günter Grass consiste en un comentario irónico sobre la ocupación de Pekín desde el punto de vista de un soldado alemán.
En la película Érase una vez en China (Once upon a time in China, 1991), Jet Li interpreta al maestro de artes marciales Wong Fei Hung (18471924), que se vio inmerso en los disturbios de finales del s. XIX.
Los rebeldes de Shanghai (Shanghai Knights, 2003), secuela de Shanghai Kid: Del este al oeste (Shanghai noon, 2000) se ambienta vagamente en esta época e incluye a un jefe bóxer como villano principal. No obstante, incluye numerosos anacronismos y el argumento principal se aleja enormemente de la realidad histórica.
En un episodio de la serie de televisión Buffy Cazavampiros, se dice que el vampiro Spike, uno de sus personajes, mató a su primera cazavampiros durante la rebelión de los bóxers.
La pelicula 55 días en Pekín
La novela Momento en Pekín (Moment in Peking), de Lin Yutang, inicia su narración durante la rebelión de los bóxers, contándola desde el punto de vista de un niño.
Los impostores, novela del colombiano Santiago Gamboa, cuenta la historia de una secta bóxer reconstituida en el 2007 que trata de recuperar un valioso manuscrito en poder de la Iglesia Católica.
La novela El palacio de los placeres celestiales (The Palace of Heavenly Pleasure), del escritor Adam Williams, nacido en Hong Kong y descendiente de una familia inglesa asentada en China desde el siglo XIX, está ambientada en la revuelta bóxer, centrándose en los hechos ocurridos en la ciudad de Shishan.
En el libro de Tintín " El loto azul" escrito por Hergé, el compañero chino de Tintín, Tchang, hace una referencia a la guerra que libraron los chinos contra los extranjeros a principios de siglo por su influencia colonialista, lo que Tintín identifica como la Guerra de los boxers.
El libro Farabeuf, del escritor mexicano Salvador Elizondo, tiene como base una fotografía de la última tortura y condena a muerte de los bóxer.

Véase también [editar]

Peste Negra

La Peste NegraConocemos con el nombre de Peste Negra, a la gran epidemia que desde 1347 a 1350 azotó a casi todo el continente europeo. A juzgar por la inflamación de los ganglios linfáticos que producía, se trató de una epidemia de Peste Bubónica. Para algunos tratadistas antiguos existieron desde el punto de vista médico otras variantes: La peste septicémica, que dejaba sentir sus efectos sobre la sangre, y la neumónica, que producía inflamación pulmonar. Si bien era posible que en algunas ocasiones el enfermo se recuperase de la primera, las otras resultaban casi siempre mortales.
La peste es causada por la bacteria Yersinia pestis que se contagia por las pulgas con la ayuda de la rata negra (Rattus rattus) - que podríamos llamar hoy la rata de cloaca.
Tipos de PesteLa peste pulmonar es una de varias formas de peste, que pueden ocurrir de manera separada o en combinación, dependiendo de las circunstancias:
La peste pulmonar ocurre cuando la Yersinia pestis infecta los pulmones. Este tipo de peste puede propagarse de persona a persona a través del aire. La peste pulmonar también puede propagarse al inhalar la Yersina pestis suspendida en las gotas minúsculas que se forman en las vías respiratorias de una persona (o animal) que sufre de peste pulmonar. Para infectarse de esta manera, por lo general se requiere que una persona esté en contacto directo y cercano con una persona o animal enfermo. La peste pulmonar también puede darse si una persona que sufre de peste bubónica o peste septicémica no recibe el tratamiento pertinente y la bacteria entra a los pulmones. La peste bubónica es la peste más común . Esto ocurre cuando una pulga infectada pica a una persona o cuando ésta se infecta con materiales contaminados que entran por algún corte en la piel. A los pacientes se le hinchan y duelen los ganglios (llamados bubones), tienen fiebre, dolor de cabeza, escalofríos y se sienten débiles. La peste bubónica no se propaga de una persona a otra. La peste septicémica ocurre cuando la bacteria de la peste se multiplica en la sangre por sí sola o a consecuencia de una complicación de la peste pulmonar o bubónica. Cuando ocurre pos sí sola, se da de la misma manera como se da la peste bubónica, pero, no se forman bubones. Los pacientes presentan fiebre, escalofríos, postración, shock y hemorragia en la piel o en otros órganos. La peste septicémica no se propaga de una persona a otra.
La Propagación de la EpidemiaNo está enteramente claro dónde comenzó la mayor epidemia del siglo XIV, quizá en algún lugar por el norte de la India, pero más probablemente en las estepas de Asia central, desde donde fue llevada al oeste por los ejércitos mongoles. La peste fue traída a Europa por la ruta de Crimea, donde la colonia genovesa de Kaffa (Feodosiya) fue asediada por los mongoles. La Historia dice que los mongoles lanzaban con catapultas los cadáveres infectados dentro de la ciudad. Los refugiados de Kaffa llevaron después la peste a Messina, Génova y Venecia, alrededor de 1347/1348. Algunos barcos no llevaban a nadie vivo cuando alcanzaron puerto. Desde Italia la peste se extendió por Europa afectando a Francia, España, Inglaterra (en Junio de 1348) y Bretaña, Alemania, Escandinavia y finalmente el noroeste de Rusia alrededor de 1351. Se pensaba entonces que los monjes mendicantes, los peregrinos, los soldados que regresaban a sus casas eran el vehículo para la introducción de las grandes epidemias de un país a otro. Esto pudo ser en parte cierto, pero sin duda el comercio fue más peligroso ya que los barcos llegaban a puerto y descargaban junto con las mercancías las ratas infectadas procedentes de países donde la enfermedad era endémica. Este fue sin duda el medio mayor de difusión.
Según las fuentes se hablan de una mortandad de incluso 3/4 partes de la población a consecuencia de la peste y es que se estima murieron más de 25 millones de personas solo en Europa.
La información sobre mortalidad varía ampliamente entre las fuentes, pero se estima que alrededor de un tercio de la población de Europa murió desde el comienzo del brote a mitad del siglo XIV. Aproximadamente 25 millones de muertes tuvieron lugar sólo en Europa junto a muchas otras en África y Asia. Algunas localidades fueron totalmente despobladas con los pocos supervivientes huyendo y expandiendo a enfermedad aún más lejos. El descenso demográfico fue en algunas zonas realmente terrorífico. En China y en la India por ejemplo, la peste produjo entre los enfermos que la contrajeron una mortandad que iba del 60 al 90%, los índices de la pulmonar fueron prácticamente del 100%, de ahí que los cronistas de la época nos hablen de que desapareció una cuarta parte, la mitad, o incluso nueve décimas partes de la población.
La gran pérdida de población trajo cambios económicos basados en el incremento de la movilidad social según la despoblación erosionaba las obligaciones de los campesinos (ya debilitadas) a permanecer en sus tierras tradicionales. La repentina escasez de mano de obra barata proporcionó un incentivo para la innovación que rompió el estancamiento de las épocas oscuras y, algunos argumentan, causó el Renacimiento, a pesar de que el Renacimiento ocurriera en algunas zonas (tales como Italia) antes que en otras. A causa de la despoblación, sin embargo, los europeos supervivientes llegaron a ser los mayores consumidores de carne para una civilización anterior a la agricultura industrial.
Aspecto que tenían los médicos de la época que trataban la peste, el extraño pico era en realidad una mascarilla.
Otras Altenativas a la EnfermedadRecientemente, los científicos Susan Scott y Christopher Duncan de la Universidad de Liverpool han propuesto la teoría de que la peste negra pudo haber sido causada por un virus similar al del Ébola, y no una bacteria. Argumentan que esta plaga se extiendió mucho más deprisa y el periodo de incubación fue más largo que en el caso de las plagas causadas por Yersinia pestis. (Un periodo de incubación más largo permite que los portadores de la enfermedad puedan viajar más lejos e infectar a más personas que un periodo de incubación más corto.
Los estudios realizados a partir de los documentos en iglesias inglesas indican un largo periodo de incubación, de más de 30 días, y que pudo haber contribuido a la rápida propagación de la enfermedad, de hasta 5 km al día. La peste negra se propagó por zonas donde no hay ratas, como Islandia, fue transmitida entre personas (lo que ocurre raramente con Yersinia pestis) y algunos genes que determinan la inmunidad a virus parecidos al Ébola están mucho más extendidos en Europa que en otras partes del mundo.
En una línea similar de pensamiento, el historiador Norman F. Cantor, en su libro In the Wake of the Plague (En el despertar de la peste, 2001), sugiere que la Peste Negra pudo haber sido una combinación de pandemias entre las que se podría encontrar una forma de ántrax.
Cita, entre otras cosas, informes sobre los síntomas de la enfermedad que no concuerdan con los efectos conocidos de las pestes bubónica y neumónica; el descubrimiento de esporas de ántrax en un cementerio de víctimas de la Peste Negra en Escocia y el hecho de que se sabe que se vendió carne de ganado infectado en muchas áreas rurales de Inglaterra poco antes del comienzo de la peste.
Más aún, lo que fue considerado previamente la evidencia definitiva a favor de la teoría de la Yersinia pestis, tejido de pulpa dental tomado de un cementerio en Montpellier de la epidemia del siglo XIV, que contenía DNA de Y. pestis, nunca fue confirmado en ningún otro cementerio.
Hay, sin embargo, contra argumentos para esta teoría. Ejemplos históricos de pandemias de otras enfermedades en poblaciones no expuestas previamente, tales como viruela y tuberculosis entre Indios Americanos, muestran que debido a que no hay una adaptación heredada a la enfermedad, su curso en la primera epidemia es más rápido y mucho más virulento que posteriores epidemias entre los descendientes o supervivientes. El Oriente Medio y el Oriente lejano fueron afectados igualmente mal (como testifica la Rihla de Ibn Battuta), así que es curiosa la prevalencia de genes de inmunidad específicamente en europeos. Además, la peste volvió repetidamente y fue considerada como la misma enfermedad a través de los sucesivos siglos hasta los tiempos modernos cuando fue identificada la bacteria Yersinia.
En Septiembre de 2003, un equipo de investigadores de la Universidad de Oxford reveló los sorprendentes resultados de pruebas hechas sobre 121 dientes de 66 esqueletos encontrados en fosas comunes del siglo XIV. Los restos no mostraron traza genética alguna de Yersinia pestis, y los investigadores sugieren que el estudio de Montpellier podría haber sido defectuoso.
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lunes, 27 de julio de 2009

Presidentes del Perú

Identifica a través del tiempo en este listado los personajes que por diversos motivos fueron Jefes de Estado y Presidentes del Perú:
Generalísimo Don José de San Martín, Protector del Perú, 1821 a 1822.
Mariscal José Bernardo de Tagle, Marqués de Torre Tagle, Supremo Delegado 1822; Presidente 1823 a 1824.
Mariscal José de La Mar, Miembro de la Junta Gubernativa, Presidente del Consejo de Gobierno 1825; Presidente Constitucional 1822 a 1823 y 1827 a 1828.
Mariscal José de la Riva Agüero, Primer Presidente de la República 1823; 1838 a 1839.
Mariscal Antonio José de Sucre, encargado del mando con poderes dictatoriales 1823.
Mariscal Simón Bolívar, Libertador del Perú 1824 a 1825.
Doctor Hipólito Unanue, Presidente de la Junta de Gobierno 1825 a 1826.
Mariscal Andrés Santa Cruz (Primer Gobierno), Presidente del Consejo de Gobierno 1826 a 1827, Protector 1836 a 1837.
Don Manuel Salazar y Baquíjano, Gobernador Interino de la República y Encargado del mando 1827; 1828 a 1829; 1834 a 1835.
Mariscal Antonio Gutierrez de la Fuente, Jefe Supremo 1829; 1839. Encargado del Mando 1829, 1830 a 1831.
Mariscal Agustín Gamarra (Primer Gobierno), Presidente de la República 1829 a 1833; 1838 a 1840; 1840 a 1841.
Don Andrés Reyes y Buitrón, Presidente del Senado, Encargado del Mando 1831.
Don Manuel Tellería, Presidente del Senado, Encargado del Mando 1832.
General Pedro Bermúdez, Jefe Supremo Provisorio, 1834.
Doctor José Braulio del Campo Redondo, Vice Presidente del Senado, Encargado del Mando 1833.
General José Luis Orbegozo, Presidente de la República 1834 a 1,836; 1837 a 1838.
General Felipe Santiago Salaverry, Jefe Supremo 1835.
General Juan Bautista de Lavalle, Presidente del Consejo de Gobierno, Encargado del Mando 1835.
Mariscal Andrés Santa Cruz, (Segundo Gobierno), Presidente del Consejo de Gobierno; 1826 a 1827; Protector 1836 a 1837.
General Pío Tristán, Presidente del Consejo de Gobierno 1837.
Doctor José María Galdeano, Presidente del Consejo de Gobierno 1838.
Mariscal Agustín Gamarra (Segundo Gobierno), Presidente de la República 1829 a 1833; 1838 a 1840; 1840 a 1841.
Don Manuel Menéndez, Presidente del Consejo de Gobierno, Encargado del Mando, 1840, 1841 a 1842; 1844 a 1845.
General Juan Crisóstomo Torrico, Vicepresidente del Consejo, Encargado del Mando 1842.
General Francisco Vidal, Segundo Vicepresidente del Consejo, Encargado del Mando, 1842 a 1843.
Doctor Justo Figuerola, Vicepresidente del Consejo, Encargado del Mando, 1843.
General Manuel Ignacio Vivanco, Supremo Director 1843.
Mariscal Domingo Nieto, Presidente de la Junta de Gobierno en el Sur, 1843 a 1844.
Don Domingo Elías, Prefecto, Encargado del Mando del Norte 1843 a 1844.
Mariscal Ramón Castilla (Primer gobierno), Presidente de la República, 1845 a 1851; 1855 a 1857; 1857 a 1862.
General José Rufino Echenique, Presidente de la República, 1851 a 1854; 1854 a 1855.
General Miguel Medina, Presidente del Consejo, Encargado del Mando, 1854.
Mariscal Ramón Castilla, (Segundo gobierno), Presidente de la República.
General José María Raygada, Presidente del Consejo de Ministros, Encargado del Mando 1857 a 1858.
Doctor Manuel del Mar, Vicepresidente del Consejo, Encargado del Mando, 1859 a 1860.
Mariscal Miguel San Román, Presidente de la República 1862 a 1863.
General Pedro Diez Canseco, Segundo Vicepresidente del Consejo, Encargado del Mando, 1863; 1865; 1868.
General Juan Antonio Pezet, Primer Vicepresidente del Consejo, Encargado del Mando, 1863 a 1865.
General Mariano Ignacio Prado (Primer Gobierno), Presidente de la República 1863 a 1868; 1876 a 1879.
General Luis La Puerta (Primer Gobierno), Vicepresidente del Consejo, Encargado del Mando, 1867 a 1868; 1879.
Coronel José Balta, Presidente de la República 1868 a 1872.
Coronel Tomás Gutierrez, Dictador 1872.
Coronel Manuel Herencia Zevallos, Primer vicepresidente del Consejo, Encargado del Mando, 1872.
Don Manuel Pardo, Presidente de la República, 1872 a 1876.
Don Manuel Costas, Primer Vice Presidente del Consejo, Encargado del Mando, 1874 a 1875.
General Mariano Ignacio Prado (Segundo Gobierno).
General Luis La Puerta, Vice Presidente del Consejo, Encargado del Mando, 1879.
Don Nicolás de Piérola (Primer Gobierno), Presidente de la República 1879 a 1881; 1895 a 1899.
Doctor Francisco García Calderón, Encargado del Mando, 1881.
Contralmirante Lizardo Montero, Encargado del Mando en Arequipa, 1881 a 1883.
General Miguel Iglesias, Presidente de la República 1883, 1886.
Doctor Antonio Arenas, Presidente de la Junta de Gobierno, Encargado del mando 1885 a 1886.
General Andrés Avelino Cáceres, Presidente de la República 1886 a 1890; 1894 a 1895.
General Remigio Morales Bermúdez, Presidente de la República 1890 a 1894.
General Justiniano Borgoño, Segundo Vice Presidente del Consejo, Encargado del Mando, 1894.
Don Manuel Cándamo, Presidente de la República, 1895, 1903 a 1904.
Don Nicolás de Piérola, (Segundo gobierno).
Don Eduardo Lopez de La Romaña, Presidente de la República 1899 a 1903.
Doctor Serapio Calderón, Segundo Vice Presidente del Consejo, Encargado del Mando, 1904.
Doctor José Pardo (Primer Gobierno), Presidente de la República, 1904 a 1908; 1915 a 1919.
Don Augusto B. Leguía (Primer gobierno), Presidente de la República 1908 a 1912; 1919 a 1930.
General Manuel Ponce, Presidente de la Junta de Gobierno, 1930.
General Luis M. Sánchez Cerro (Primer Gobierno), Presidente de la República, 1930, 1931 a 1933.
Doctor Ricardo Leoncio Elías, Presidente de la Junta Provisoria de Gobierno 1931.
Coronel Gustavo Jiménez, Presidente de la Junta Transitoria de Gobierno, 1931.
Don David Samanez Ocampo, Presidente de la Junta de Gobierno, 1931.
General Luis M. Sánchez Cerro (Segundo Gobierno), Presidente de la República 1930, 1931 a 1933.
General Oscar R. Benavides, (Segundo Gobierno), Presidente de la República 1933 a 1939.
Doctor Manuel Prado Ugarteche, (Primer Gobierno), Presidente de la República 1939 a 1945; 1956 a 1962.
Doctor Luis Bustamante y Rivero, Presidente de la República 1945 a 1948.
General Manuel A. Odría, Presidente de la Junta Militar y Presidente, 1948 a 1950; 1950 a 1956.
General Zenón Noriega, Presidente accidental de la Junta Militar 1950.
Doctor Manuel Prado Ugarteche, (Segundo Gobierno), Presidente de la República 1956 a 1962.
General Ricardo Pérez Godoy, Presidente de la Junta Militar de Gobierno, 1962 a 1963.
General Nicolás Lindley, Presidente de la Junta Militar de Gobierno, 1963.
Arquitecto Fernando Belaúnde Terry (Primer Gobierno), Presidente Constitucional de la República 1963 a 1968.
General Juan Velasco Alvarado, Presidente del Gobierno Revolucionario 1968 a 1975.
General Francisco Morales Bermúdez, Presidente del Gobierno Revolucionario, 1975 a 1980.
Arquitecto Fernando Belaúnde Terry (Segundo Gobierno), Presidente Constitucional de la República 1980 a 1985.
Doctor Alán García Pérez, Presidente Constitucional de la República 1985 a 1990.
Ingeniero Alberto Fujimori Fujimori (Primer Gobierno), Presidente Constitucional de la República 28/07/1990 al 05/04/1992.
Ingeniero Alberto Fujimori Fujimori, Presidente Constitucional de la República 1995 a 2000.
Ingeniero Alberto Fujimori Fujimori, Presidente del Gobierno de Emergencia y Reconstrucción Nacional de 05/04/1992 al 8/07/1995 (Golpe de Estado).
Ingeniero Alberto Fujimori Fujimori, Presidente Constitucional de la República, 1995-2000
Ingeniero Alberto Fujimori Fujimori, Presidente Constitucional de la República, del 28/07/2000 al 21/11/2000
Valentín Paniagua Corazao, Presidente constitucional (sucesión), 22/11/2000 al 28/07/2001
Alejandro Toledo Manrique, actual Presidente Constitucional de la República, 2001 - 2006

LOS THUGS

LOS THUGS
A lo largo de la historia, muchas han sido las sectas que han proliferado por el mundo ofreciendo a sus adeptos un modo nuevo de afirmación o conquista de poder. La gente ha buscado siempre en ellas una forma de sentirse plena, donde un conocimiento ajeno a cualquier escuela convencional fuese la base principal de sus enseñanzas. La disciplina, el saber oculto y el sentido de identidad, son sus pilares fundamentales. No obstante, también las ha habido cuyo requisito prioritario ha sido la violencia y el asesinato amparado bajo la bandera del rito y la religión; este es el caso de los Thugs, una sociedad secreta india, que, veneradores de la diosa Kali, causaron verdaderos estragos en la India colonial, asesinando y mutilando a todo aquel imprudente viajero que se cruzaba en su camino.
A principios del siglo XIX, antes de la revuelta de los Cipayos, William Sleeman, oficial británico destinado en la India, recibió la visita de varios indígenas denunciando la misteriosa desaparición de familiares y amigos. En el lado inglés, también las caravanas de los colonos, transportando sus cosechas, se esfumaban sin dejar rastro con los porteadores incluidos. Por aquel entonces, la India estaba gobernada por la Compañía de las Indias Orientales y sus responsables eran todos ellos originarios de Gran Bretaña, sin que por ello mantuvieran mucha relación con los órganos del gobierno inglés. La Compañía se beneficiaba de las fabulosas ganancias de la India y sus fines eran meramente comerciales y financieros. El General Mayor sir William Sleeman era un oficial de la Compañía del Este de la India cuando estas desapariciones comenzaron a alarmar al pueblo indio y a los recién instaurados ingleses. Decidido a descubrir el motivo de semejantes desvanecimientos, comenzó una investigación que le llevó al desenmascaramiento de la secta más destructiva y misteriosa que jamás haya pisado la tierra.
Los Thugs, eran una extraña comunidad de musulmanes que veneraban (contradictoriamente) a la divinidad hindú de la muerte y la destrucción, Kali. Según ellos, esta diosa les había encomendado la misión de eliminar a los demonios que amenazaban la tierra. Sin que hoy lleguemos a saber muy bien cómo, los Thugs confundieron a los viajeros con los demonios y desde entonces comenzó una ola de asesinatos que duró desde la Edad Media hasta bien entrado el siglo XIX. Todos los años, durante las peregrinaciones, miles de personas eran asesinadas en el tránsito por los caminos de la India creyéndose, en la mayoría de las ocasiones, que estas desapariciones eran debidas al ataque de tigres o bandidos, la mordedura de alguna cobra o incluso el cólera. La India era muy grande y peligrosa en aquellos años y nadie se preocupaba demasiado en investigar estos hechos, además de que muchas desapariciones no llegaban a conocerse hasta pasados varios años; tal era la discreción con la actuaban los Thugs.
Los Thugs recibían también el sobrenombre de Phansigars (lazo en indio) porque asesinaban a sus víctimas mediante el estrangulamiento. Para ello utilizaban un pañuelo o turbante llamado rumal que casi siempre llevaban atado a la cintura. Los Thugs usaban este sistema para sus crímenes porque Kali, creían, no deseaba derramamiento de sangre. Su procedimiento para matar consistía en lo siguiente: uno o varios miembros de la banda (los sotas o engañadores) trababan amistad con los peregrinos o el jefe de una caravana y les acompañaban en su procesión; si consideraban que eran víctimas propicias, iban dejando pequeñas indicaciones en el camino para que el resto de los compinches supieran la ruta seguida. Una vez escogido el momento adecuado, la partida de sectarios asaltaba la caravana y con su rumal asfixiaban a los confiados viajantes. Tras el asesinato, los cuerpos eran desfigurados y abiertos en canal (en honor a Kali y para que los cadáveres no fueran identificados) y seguidamente enterrados en fosas o pozos con la ayuda de sus piquetas sagradas. El asunto, no obstante, no quedaba ahí: después de esta sangrienta matanza, daban comienzo a un ritual, llamado Tuponee, en el que todos los integrantes de la partida danzaban sobre las tumbas de los muertos en homenaje a su inspiradora. Sobre el suelo, y después de levantar una tienda, extendían un manto en el que sentaban el jefe y los estranguladores más veteranos, y cerca de ellos hacían lo propio, formando círculo, los menos experimentados o de categoría inferior. A continuación, el cabecilla depositaba sobre el manto la piqueta sagrada, un cuenco de plata como ofrecimiento a Kali y una suerte de azúcar sacro, llamado goor, que era vertido en un agujero practicado en la tierra, al tiempo que todos recitaban unas oraciones a la divinidad. Seguidamente, se derramaba agua sagrada sobre la piqueta y el hoyo que contenía el goor, mientras los demás no dejaban de recitar sus plegarias. El jefe repartía entonces el goor a aquellos que habían realizado el mejor trabajo y si este don divino recaía sobre un recién iniciado, significaba que debía ser el próximo en encontrar a la víctima para su estrangulamiento.
El oficial William Sleeman fue el único hombre que consiguió descubrir y desarticular a esta banda de estranguladores Thugs. El gobierno británico concedió el perdón a aquellos Thugs que les sirvieron de informadores y otros muchos fueron desterrados o encarcelados una vez sometidos a juicio. De los 3689 arrestados en 1840, sólo 466 fueron ahorcados. Más de un millón de personas murieron a manos de la secta, sólo en el siglo XIX. Se dice que uno sólo de los Thugs llegó a asesinar hasta a 700 personas con la sola ayuda de su rumal. Con el mejoramiento de las comunicaciones en la India, esta secta llegó a desaparecer casi en su totalidad, aunque todavía los había que rendían culto a la diosa Kali. Sleeman fundó escuelas de artesanía en las cuales los Thugs y su descendencia aprendieron artes y oficios, convirtiéndose incluso en grandes tejedores de alfombras. La reina Victoria, puesta en conocimiento de estas habilidades, encargó una de estas alfombras que aún hoy puede verse en la sala de Waterloo en el castillo de Winsord.
Con el tiempo, la literatura y más tarde el cine se ocupó de mitificar a esta secta. El excelente relato de John Masters, llevado posteriormente a la gran pantalla, primero por la productora Hamer y después por Ismail Merchant, sin olvidar la segunda entrega de Indiana Jones, confirió a esta sociedad criminal un carácter de leyenda que nos ha llevado a no olvidar lo que de otro modo ya hubiésemos relegado al ostracismo. Sin embargo, lejos de los que muchos creen, los Thugs no han desaparecido del todo: a mediados de los años 90, en un periódico de tirada regional, encontré una pequeña nota de prensa cuyo titular era “sacrifican a un hombre a la diosa Kali en la India” y cuyo texto era el que sigue: “Un hombre de 40 años fue sacrificado a la diosa hindú de la muerte y la destrucción en el estado nororiental indio de Bihar la pasada semana, informó ayer la agencia estatal PTI. El sacrificio tuvo lugar en la población de Sirsi, a 60 kilómetros de Patna, la capital de Bihar, cuando Satyanarayan Singh se dirigía al mercado y fue abordado por un grupo de individuos que le dispararon a bocajarro. Posteriormente decapitaron a la víctima, se llevaron su cabeza y se la ofrecieron a la diosa Kali, la diosa Hindú de la muerte y la destrucción”.
William Sleeman dijo a sus compañeros tras el desmembramiento de la secta: “Si no hemos hecho nada más por la India, al menos hicimos este buen trabajo”. Quizá así fue, pero lo que es cierto es que a pesar de todos sus esfuerzos, la secta sigue palpitando todavía y la diosa Kali continúa reclamando para sí la vida de los inocentes.
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